De nuevo tenemos un tema para reflexionar sobre nuestras metas, nuestros sueños y lo que nos lleva a cumplir con todo lo que alguna vez programamos realizar. El éxito de todo aquello que ponemos como reto lo dan nuestros hábitos.
Cuando
termina un ciclo en nuestras vidas y comienza uno nuevo, es natural reflexionar
sobre lo que hicimos bien, lo que no fue tan positivo y aquello que nos quedó
pendiente. Apresuradamente tomamos papel y lápiz, nos armamos de valor y
hacemos una nueva lista de deseos, sueños y proyectos por emprender.
Empezamos
con una voluntad casi inquebrantable que se va desvaneciendo como la arena en
las manos al contacto con el agua del mar. Pero, ¿qué es lo que pasa realmente
en nuestra vida, por qué se pierden las ganas de conquistar las metas y aparece
la frustración?
Como lo escribió Og Mandino en su libo "El Vendedor mas grande del Mundo" todo lo que hacemos o no en nuestras vidas es fruto de
un hábito. Quien elija aquellos que le sean favorables, logrará mejores
resultados y cambiará notablemente su calidad de vida. Por ejemplo, un
trabajador que tenga el hábito de llegar tarde a sus citas seguramente no
tendrá las mismas posibilidades de surgir y ser tenido en cuenta por sus jefes.
Hay
quienes sufren de autocompacion, ellos toman una actitud de víctimas que los
hace conformarse con un estilo de vida caracterizado por el sacrificio, el
sufrimiento y la mala fortuna.
Otras
personas, por el contrario, tienen hábitos que les permiten lograr sus metas
con rapidez: son puntuales, cumplen con su palabra, son positivas, son
constantes y disciplinadas.
Pero
una cosa son los hábitos y otra la motivación. Si eres constante y disciplinado
pero no tienes la adecuada motivación también puedes perder el rumbo hacia la
conquista de las metas. Los
seres humanos tenemos dos mecanismos que nos motivan a sacar adelante nuestros
proyectos: el deseo y la necesidad.
Los deseos son el motivador de nuestras vidas. Con éstos no tenemos que estar en situaciones apremiantes para sentir el impulso de luchar por ser mejores y por conquistar nuestras metas.
Los deseos son permanentes en los soñadores, ya sea que tengan abundancia o estén pasando por épocas de escasez. El soñador se mantiene motivado hacia la meta, luchando por modificar aquellos hábitos o costumbres que lo limitan.
Por otro lado cuando la necesidad llega a nuestra vida nos salen fuerzas de la nada. Donde solo hay
desánimo empieza a surgir una energía de sobrevivencia que nos empuja a hacer
lo que se requiera para continuar existiendo o mantener el nivel de vida al que
estamos acostumbrados.
Este
es el caso de incontables mujeres dedicadas al hogar que han quedado viudas y
han tenido que recurrir a su creatividad, voluntad, ideas y energía para
realizar actividades de las que se creían incapaces.
Por
esta razón, mientras tenemos cubiertos nuestros requerimientos básicos, la
necesidad no es fuente de motivación sino que mantiene dormida nuestras
cualidades.
SABES QUE ES LA PROCRASTINACIÓN?
¿Te
comiste alguna uva el 31 de diciembre con el firme propósito de hacer ejercicio
y al día siguiente ni te levantas de la cama? ¿Pasan los días, las semanas y
los meses y no haces nada para cumplir con tu propósito de ser una persona
saludable?
Pues
este es un caso más de procrastinación, es decir posponer tareas
indefinidamente así seas consciente de que son para tu beneficio.
Las
siguientes recomendaciones pueden ayudarte a dejar de lado este hábito:
1.
No te sientas obligado. Piensa en los beneficios que
traerá a tu vida hacer ejercicio. Haz de este una actividad placentera y
agradable.
2.
No pienses en qué tan difícil será. En
vez de ver la tarea como un problema, divídela en pequeños pasos. Empieza a
ejercitarte tres veces a la semana, 30 minutos diarios.
3.
No te obsesiones con la perfección absoluta. Deja
de ver tus defectos y fortalece cada vez más tus cualidades.
4.
No pienses que estás perdiendo el tiempo. Ten
en cuenta que cada minuto que dediques a tu cuidado te permitirá estar más
saludable y ser mucho más productivo.
5.
No pretendas hacerlo todo de una sola vez.
La
excusa no es nada mas que una barrera, un escudo que pones entre tú y el
reto que deseas superar. “No tengo tiempo, no tengo plata, no voy a poder, eso
no es para mí, no lo voy a poder hacer, me da miedo”, son solo algunas de las
frases a las que recurrimos.
¿Cómo
dejar esta actitud a un lado? Adicional a las recomendaciones ya mencionadas lo
principal es tomar la iniciativa, asumir el riesgo, dividir cada proyecto en
pequeñas fases para que puedas medir tu progreso. Recuerda que eres dueño de tu
destino y cada paso que realices va formando un rompecabezas que al final
mostrará la mejor imagen de tu vida.
Recuerda que siempre el reto es contigo. Por eso, si tu excusa es que no tienes tiempo, o el pretexto es que hacer ejercicio no genera
resultados rápidos, recuerda que Roma no se hizo en un día. Debes esforzarte,
ser constante. Al final, cuando menos lo pienses hacer ejercicio se te
convertirá en un profundo deseo. Recuerda que debes diseñar programas de
entrenamiento dinámicos, retadores, en compañía de tus amigos y divertidos que te mantengan
motivado.
Ponte
en forma, fortalece tu voluntad y genera el hábito de entrenar, de estar mejor,
de disfrutar una vida saludable, productiva y feliz.
Juan Ovalle
Biker Alone
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